Desde un punto de vista empresarial, se podría decir que el tuyo forma parte de esos negocios que se emprenden solos desde casa. HILO es una galería de arte virtual donde Ataulfo Casado Bustarviejo pone a la venta sus cuadros. Pero tampoco es precisamente un proyecto unipersonal porque ATA ha contado con colaboradores que te han ayudado a diseñar la web, articular la tienda online, poner precio a los cuadros e incluso pintarlos.
La historia de Ataulfo Casado ha sido contada muchas veces. Incluso hay un documental, ‘Even Painting Black’, en el que expresa una de sus obsesiones: «Aunque yo no vea los colores, los demás los verán». De ahí que aléjense de espectadores superdotados que, guiados por la compasión, puedan pensar que la imagen ha sido muy bonita, aunque sea un churro. Prefiere que sean críticos, sinceros y, sobre todo, que le avisen si le queda algún ‘calvo’, algo que le preocupa mucho.
Antes de ser ciego, Ataulfo Casado fue el primer pintor, carrera en la que comenzó a destacar desde muy joven. Con 17 años se convirtió en el copista más joven del Museo del Prado, privilegio que compartió con algunos otros artistas, «todos muy amables y encantadores conmigo, pero ninguno iba a cumplir los 50».
«Tuve éxito»
A partir de ese momento, la pintura se convirtió en su principal fuente de ingresos. Vendió réplicas del Prado a muchos extranjeros y luego se lanzó al mundo de las exposiciones y galerías, donde a veces era el único autor y conseguía venderlo todo. «Sí, lo logré», dice sin rodeos.
Fue en una consulta de la calle Toledo de Madrid, a la edad de «40 años y un mes», cuando le comunicaron que tenía una retinosis pigmentaria que le iba a dejar ciego. “Lo acepté pronto, pero mi madre no. Lo peor era decírselo. No te preocupes, hijo, no te vas a quedar ciego. No puedes quedarte ciego. Mira cómo tienes un estudio tan ocupado”, fue la reacción inicial de la madre.
Sin embargo, el doctor no tardó en acertar, y unos días después, tras consultar su reloj, “dos minutos antes de la hora de Ángelus, cuando levanté la vista, empecé a ver todo gris”.
La enfermedad tomó un respiro durante más de 10 años en su carrera. «Solo sabía pintar, no podía hacer otra cosa». Hasta que un día, 12 de octubre, se aburrió de recordar cosas. Mandó a su amigo Inocencio Villegas que le comprara unas maderas, un conglomerado de pinturas, unas brochas y unos pinceles, y se volvió a poner frente al lienzo. Una vez terminado el cuadro, le pidió su opinión a Villegas, “pero no me vengas con el pobre ciego. Quiero la verdad. » Y la respuesta fue: “Me encanta, qué cosas más interesantes. Por favor sigue pintando.”
Desde entonces, ATA, mientras firma sus cuadros, pinta con un ayudante, quien le indica cómo hacer las mezclas de colores o le pide que le acerque los utensilios. Pinta de memoria, de las imágenes que guarda de los 40 años que había visto y con las que siempre supo “mirar y apreciar la belleza que me rodeaba. Mirar no solo con la vista, sino también con el corazón”, es el truco que revela.
El capítulo emprendedor
El 27 de enero, ATA recibirá una mención especial en la selección de los ganadores de la segunda edición de los Premios +50 Emprende que organiza Generación SAVIA y la productora 02:59 Films. El Jurado le otorgó la mención “por su ejemplo de constancia, ilusión y calidad de sus pinturas”.
La tienda online para vender sus cuadros la lanzó poco antes del confinamiento. No es que las ventas vayan como un cohete “en plena pandemia, a ver quién está pensando en comprar cuadros”.
Pero la falta de ingresos tampoco le desanima mucho porque ni internet ni la mecánica del mercado son lo suyo. Se le considera, sin embargo, un emprendedor nato en el sentido de que, por muy feas que estén las cosas, “siempre hay que seguir adelante”, y en la medida en que un emprendedor quiere aportar valor a la sociedad. «Puedo decir honestamente que siempre he pintado para hacer felices a los demás y para ayudar a la gente. Lo hago a través de la pintura.”
Gracias
El 14 de enero, Ataulfo Casado cumplió 73 años. Su historia, más que conocimientos farmacológicos, está llena de agradecimientos y nombres de personas que han sido importantes a lo largo de su vida. Como la lista es larga, mencionaremos solo algunos: Don Teófilo, el maestro de escuela “que me enseñó a hablar en un tono medio, a pedir las cosas por favor y a dar gracias, y a respetar a todas las personas”, Doña Teresa, A la mujer de don Teófilo “que me preparó un arroz con leche que estaba buenísimo”, al vecino de su casa de Madrid “que me animó a participar en el concurso de pintura de El Corte Inglés y gané no sé si 3 o 4 años seguidos , a Curro “que me convenció de presentarme al Premio Nacional de Pintura que organiza la falange y lo gané”, a la Asociación de Belenistas, a la Escuela de Artes y Oficios de la calle La Palma, a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, a «mi extraordinario amigo» Inocencio Villegas, a la joven que ahora le ayuda a pintar «que es muy lista», a Santiago y, sobre todo, a mi madre, que fue quien le regaló la noche de reyes mi primer bloque y caja de cuadros a los 3 años».