¿Es buen negocio una empresa de servicios a domicilio?

Si hace unas décadas los únicos servicios que se ofrecían a domicilio eran básicamente tutores, ahora casi cualquier tipo de negocio se puede adaptar para llevar a casa. Y aunque la oferta siempre ha estado ahí, ha sido el cambio de hábitos de la población lo que ha provocado una gran demanda y, por supuesto, ha encontrado aceptación inmediata entre los empresarios, dispuestos a trabajar donde sea y en cualquier momento.

En este fenómeno no solo ha influido la ampliación de la jornada laboral, sino también una nueva visión del ocio, más íntima y personalizable. Basta, por ejemplo, ver cómo acciones tan habituales hace unos años como ir al cine o al teatro han visto reducida su frecuencia considerablemente; La gente prefiere invertir en un cine en casa o en una consola de videojuegos y pasar el tiempo tumbado en el sofá. Seamos realistas: la mayoría de los propietarios se sienten cómodos con la comodidad de su propia casa. Por eso ha nacido una nueva generación de empresas de reparto a domicilio. Aquí puedes leer cinco buenos ejemplos para inspirarte.

Consumidores maduros

También nos hemos vuelto más exigentes o, por así decirlo, más conscientes de que estamos pagando por un servicio. Cada vez tenemos más autoidentificación como consumidores, hacemos más denuncias oficiales si un producto no nos satisface y perdemos la vergüenza de protestar. Somos consumidores conscientes de nuestros derechos, lo que significa que si pagamos por un servicio, queremos que cumpla con nuestras expectativas.

Como consumidores maduros buscamos una mayor personalización, que el servicio se adapte a nuestro horario y al precio que estamos dispuestos a pagar, pero también a las necesidades particulares, que en ocasiones difieren de otras personas que contratan el mismo servicio. Y eso es más fácil cuando se ofrece a domicilio y eres el único cliente, dispuesto a pagar más por esa exclusividad.

Con o sin local

Desde que ya no nos comportamos como hace 20 años, los profesionales hemos tenido que aceptar que nuestras necesidades no son las mismas que entonces. Y no parecen haber sufrido demasiado por la transformación. De hecho, en muchos casos, la razón de ser de su trabajo es el abastecimiento en el hogar. Sin embargo, existen dos tipos de negocios desde casa: los que se dedican exclusivamente a ello y los que además poseen un local.

Entre los primeros, por supuesto, están los nuevos emprendedores, que han visto la costura de esta demanda y, en muchos casos, empujados por la crisis que les ha dejado sin saber qué hacer, han encontrado un nicho de mercado bastante suculento. Apoyados en las nuevas aplicaciones tecnológicas, sus técnicas de venta se adaptan al perfil de sus clientes. Y es que la mayoría de ellos controlan las redes sociales, fascinados por su inmediatez y concisión, hasta el punto de que esta herramienta se ha convertido en clave en la promoción de servicios y demanda.

Los más veteranos suelen ser aquellos que han visto el reparto a domicilio como una línea más de su negocio, y que complementa su oferta en su propio establecimiento. Emprendedores que han sabido subirse al caballo de los nuevos tiempos, y para quienes su estrategia de negocio es ampliar: Internet, sí, claro, pero tener un sitio propio ayuda con las consultas presenciales. Sin olvidar la satisfacción de los clientes que visitan el lugar, abiertos a recibirlos en casa una vez que ya tengan confianza con el profesional.

Sin moverte de casa

Su potencial de crecimiento es enorme, pero ¿cuáles son las causas de esta progresiva acogida?

Más cómodo. Sin duda, la principal ventaja que tienen es la comodidad del contratista. El cliente no tiene que desplazarse, lo que ahorra tiempo, elige el horario que más le conviene y evita retrasarse en el último momento. Además, no es necesario compartir el servicio con extraños, lo que te ayuda a relajarte y centrarte en ti mismo, en un ambiente distendido y acogedor como es el propio hogar.

Totalmente personalizado. Al ser el único cliente, puede decidir cómo quiere que sea el servicio, dentro de las posibilidades que ofrece cada empresa. De hecho, aunque el profesional tenga unas pautas concretas, suele adaptarlas a las necesidades del cliente y al devenir de las sesiones. Estos son servicios mucho más abiertos y maleables.

Mayor proximidad. El entorno en el que se presta el servicio es el propio hogar, por lo que todo es más cercano y personal. Muchas personas tienden a sentirse tímidas en ambientes extraños. Esta comodidad se puede ver reflejada en una mayor empatía y confianza con el profesional.

Estandarización. Hace unos años parecía extraño y elitista que un profesional viniera a tu casa. Hoy, la extensión de la jornada laboral y la globalización de estos servicios han permitido que esta práctica se vuelva más común. Internet ha ayudado mucho en esta expansión. Además, ahora la oferta se ha diversificado y ya se ofrece casi cualquier servicio a domicilio.

Boca a boca. El método más antiguo del mundo también es el mejor para mantener estos negocios en crecimiento.

Servicios no tan baratos

No todo son ventajas en este sector. En el caso de los servicios a domicilio, el incremento del coste de las sesiones es el inconveniente más evidente (y en el que todo el mundo piensa en primera instancia). Desafortunadamente, él no es el único.

Más caro. Lo es, en primer lugar, porque obliga al profesional que lo ofrece a cubrir los gastos de desplazamiento y tiempo. Y segundo, porque en un local puedes ofrecer el servicio a un mayor número de personas, por lo que se comparte el coste.

Mala socialización. Uno de los grandes atractivos de apuntarse a actividades es que nos permite beneficiarnos de las aportaciones de los demás (dudas, experiencias…). El servicio a domicilio premia la individualidad, algo que en ocasiones molesta a quienes lo contratan.

Intrusión. Se ofrecen falsos profesionales para todo tipo de tareas, sin formación ni experiencia, lo que perjudica enormemente a este sector, cuya imagen se ve deteriorada, pues al no prestar servicios de calidad, los clientes se sienten engañados.

Competencia excesiva. La estandarización de estos servicios ha provocado la proliferación de empresas. Hay demasiados profesionales, lo que ayuda al cliente a comparar, pero perjudica al emprendedor que quiere darse a conocer en este sector.

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Gran incentivo, gran obstáculo

La crisis, como decíamos, ha supuesto un punto de inflexión para muchas personas que han visto cómo con una mínima inversión (las herramientas de su trabajo y los correspondientes costes sociales y laborales) han podido reconducir sus carreras. Un emprendimiento con poco riesgo en el terreno monetario, pero muy sacrificado en lo personal; Si bien los servicios a domicilio son especialmente convenientes para los clientes, el profesional que los realiza sabe que perderá mucho tiempo viajando, con unos días de trabajo a veces maratonianos y estará bajo el escrutinio de clientes más exigentes. Y eso sin contar la competencia. La crisis ha golpeado fuerte, por lo que muchas personas se han propuesto tomar acción.

Las facilidades que ofrece este sector y su baja inversión se han beneficiado de su expansión y sobreoferta: hay demasiados profesionales (y otros que no) ofreciendo los mismos servicios.

¿Cómo, entonces, diferenciarse ante tanta competencia? Primero, vender mejor. En la era digital, cualquier emprendedor necesita dominar Internet y las redes sociales a la perfección. Y sea dinámico y activo en esta tarea, muévase mucho y ofrezca numerosas soluciones en línea. De hecho, es habitual que estos profesionales ofrezcan algunos servicios complementarios online (asesoramiento, venta de productos…), aprovechando que sus clientes suelen preferir las cosas con rapidez.

También hay que saber adaptar los precios a la enorme oferta. Es cierto que un trabajo más personalizado requiere un aumento de tarifas, pero el emprendedor debe saber que el servicio a domicilio le permite ahorrar costes (alquiler, agua, luz…), lo que puede hacer que su oferta sea aún más competitiva. Pero, sobre todo, hacer del servicio ofrecido algo único, diferente y original. Esto requiere una metodología clara que el destinatario del servicio pueda entender perfectamente; toda la teoría del mundo es inútil, si al final uno acaba aburriéndose.

Las herramientas utilizadas deben ser cotidianas, familiares para el cliente y fáciles de usar. Y también, por supuesto, que el profesional empatice con la persona que le contrata, entienda perfectamente lo que busca y sepa proporcionárselo (más vale rechazar un trabajo por no poder hacerlo que por hacerlo mal). ). Sin mencionar que, hoy en día, las personas ya no buscan tanto aprender un tema como vivir una experiencia.

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